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La Polilla

Foto del escritor: JUAN CARLOS MERIZALDE VIZCAÍNOJUAN CARLOS MERIZALDE VIZCAÍNO

Actualizado: 13 ago 2021

Mi polilla comenzó comiéndome el dedo gordo del pie. A veces mi polilla dejaba de ocultarse entre mis ropas y, saltaba alegre en los ensortijados pelos de mi cabeza, yo la veía impotente, volar contenta, alejarse unos metros de mí y regresar siempre; en esas ocasiones, me mostraba ante todos, para que ellos, mi esposa, mis parientes y amigos, la puedan observar, pero todos fingían no verla, tal vez estaban preocupados en sus propias polillas. Entonces pensé que tal vez la polilla era solo un ser invisible, al que solo yo podía mirar, era algo como una especie de demonio guardián incitándome cada día al mal.

En todo caso decidí, dar a conocer la existencia de este asqueroso y simpático bichito que me va comiendo todos los días. Mostré el lugar donde antes estaba el dedo gordo de mi pie y hoy no existe nada, entonces muchos comenzaron a mostrar sus partes faltantes. El pueblo se dividió en tres:

Los apolillistas, quienes creían que la polilla no existe, a quienes envidiábamos terriblemente por tener el cuerpo entero, aunque nuestros ideólogos, rápidamente sostuvieron que los apolillistas también tenían una polilla, pero la tenían por dentro comiéndoles el cerebro y por eso no la podían ver.

Los que creían que la polilla si existe, denominados polillistas subjetivos, a este grupo pertenecían la mayoría de hombres con partes faltantes y sobre todo los famosos ideólogos, quienes eran asiduos del libro de ese viejo hereje español, Arturo Vizcaíno, “Diez pasos fáciles para crear una religión” especialmente los pasos dos y tres: “No importa que creas las estupidez que dices, lo importante es que otros lo crean” y “Siempre crea ritos, nunca subestimes la capacidad de querer pertenecer y acomodarse”. Ellos, nuevos filósofos, recomendaron mantener un diálogo diario con nuestra polilla interior, y que por nada del mundo intentáramos violentarla, la polilla solo es una vieja vida pasada resistiéndose a irse.

Por último quienes creían que la polilla es un fenómenos social, el cual desaparecerá junto con la delincuencia, cuando superemos los graves problemas que aquejan a nuestra sociedad.

Una mujer llamada Helena, mató un día su polilla, y nos lo anunció a todos, y la vimos como una persona rara, rarísima, incitándonos a matar nuestras polillas, ella decía que se sentía mejor sin ella. Al final se quedó sola, convertida en una enorme gruta del eco de la libertad. Mientras tanto, todos nosotros, al ver su soledad y sacrificio, nos alegramos tanto de haber resistido la tentación de matar nuestra polilla. Entonces cogimos una imagen de ella y la llevamos a nuestro templo, e hicimos muchas figuras más, llenamos los templos con Helena, de tal modo que todos, todos, nos acordáramos de ella, que nunca la olvidáramos y jamás la imitáramos; que de rodillas siempre la veneráramos.

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¿Escribir algo sobre mí sin poner los títulos académicos?  mi hija dice que soy un poco ególotra, tal vez por eso escribo un blog.

 

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