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Ya estamos sin paro ¿y ahora?

Actualizado: 5 ago 2022

Mi querido Marco Aurelio:


El paro acabó hace ya un mes. Ahora se han sentado en mesas de diálogo gobierno y manifestantes. Yo, disculpa amado gato la autopromoción, sostuve que el paro acabaría cuando haya un acuerdo sobre el precio de la gasolina y que en los otros nueve puntos lo que el movimiento indígena quería es gobernar; pues ahora aprovechando lo bien que me fue en ese pronóstico me atrevo a hacer el siguiente análisis post paro.

1. El gobierno de Lasso ha concluido.- A ver, me miras como diciéndome “pero qué dices, si faltan aún casi tres años”. Lo que quiero decir es que la alternativa de una transformación liberal ha concluido, que la posibilidad de algún cambio significativo en el Estado, en la economía, en la sociedad, ha terminado. Este gobierno tiene ahora como única finalidad terminar el tiempo que le falta, el único objetivo del señor Lasso es no caerse. Traslada la responsabilidad del examen de ingreso de la SENESCYT a las universidades, no se crea ni un solo cupo más, no va a haber ninguna reforma laboral profunda, tampoco reforma del Estado, por ahí de pronto por medio de alguna consulta popular se le dé un toque cosmético a la Constitución. Lasso concluirá en tres años con absoluta mediocridad, y más allá de una presunta estabilidad, no exhibirá nada. Un amigo mío, y hoy le doy la razón, me decía que el presidente, pasó doce años de candidato, pero no se preparó para gobernar. Ganar las elecciones es complicado, gobernar muy difícil, pero gobernar sin estar preparado es imposible. Luego de doce años en campaña, la derecha bancaria que asumía el poder debía tener listas las transformaciones necesarias en cien días, la pandemia les dio varios meses más, pero finalmente no pudieron presentar nada.

2. La izquierda se relame codiciosa, y se apresta a tomar el poder.- “Ya llega la harpía, ya llega la hora y su día” dice Hamlet en Macbeth. Sin lugar a dudas, en tres años, alguna de las izquierdas asumirá el gobierno, hablarán del fracaso neoliberal, pero ¿cómo puede fracasar algo que nunca se ha implementado? La izquierda en el poder aumentará el gasto público, favorecerán a empresarios amigos, llenarán sus bolsillos de dinero. La pregunta ahora no es si la izquierda asumirá el poder, sino ¿cuál de ellas? La indigenista o la correísta, o un pacto entre ambas. Cualquiera que sea la izquierda que asuma el control estatal, volveremos a vivir procesos de concentración de poder, ellos mi querido gato, no creen en la democracia. Chile estaba a un paso de ser un país del primer mundo, la izquierda que se enquista en la educación, convenció a una generación que el camino era equivocado.

3. En este país no se puede gobernar sin dialogar con el movimiento indígena.- Si se tiene una estructura social con capacidad de detener el país por la vía de movilizar quince mil personas a las calles, hay que tener la seguridad de que es poco importante si el gobernante de turno ganó o no las elecciones; el “amado gran líder” para controlar esta fuerza, acudió a una estrategia en la que se combinaba infiltración de las organizaciones, dividirlas, sacar un número de gente igual a las calles para apoyarlo, con represión y propaganda oficial. En mi criterio, que una movilización haga tambalear a un gobierno, es uno de los problemas del presidencialismo, y habría que abandonar esta pseudo tradición constitucional, para construir una opción parlamentaria, que obligue a formar gobierno pactando con la diversidad de fuerzas representadas en el parlamento, esto con miras a garantizar gobernabilidad de tal manera que una manifestación por poderoso que esta sea no desestabilice el régimen. Esta podría ser una respuesta democrática, lo otro es seguir la fórmula del “amado gran líder” pero él y su grupo no creen en la democracia.

Algunos líderes guayaquileños y socialcristianos al leer al país en tales condiciones parecen decir “no hay solución para todos” y como la segregación aparentemente es poco posible, han lanzado el federalismo como alternativa, aunque esa discusión parece también lejana.

¡Ay mi querido gato! No veo con esperanza el futuro del país, los tres próximos años la derecha bancaria luchando por no caerse y luego volverá la izquierda voraz.



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