Autor: Sofía Cajas.
Un poco de la realidad que vivimos turno a turno, día a día, en el hospital. A este hospital nos llegó probablemente el primer caso en Quito, y probablemente nos llegue el último. Los turnos son largos, cansados, pero hay tantas cosas que hacer, que las horas pasan volando. Y supongo que es mejor así. No hay mucho tiempo para lamentarse. Como interna rotativa de medicina, aún estudiante, ha sido disposición que no entremos en contacto con pacientes covid o sospecha.
Como estudiantes ahora solo tratamos pacientes no covid, solo en emergencias, y a un volumen mucho menor al de 4 meses atrás. Nos encargamos de hacer papeleo para los pacientes, muchos. La burocracia. Hisopados, laboratorios, derivaciones. En hospitalización, en cambio, solo se hacen papeles. Con suerte, acabas a las 4 am y así duermes hasta las 5:30. A esa hora te levantas y finalizas todo para la entrega de turno. No es el internado que esperábamos, pero nadie pidió esta pandemia. Esto es más grande que todos nosotros.
En emergencias también haces papeles de todos los pacientes que entran con sospecha, muchos luego ingresan a hospitalizarse. Aquí también atiendes a todos los pacientes no covid que llegan. Cada vez son más. Las apendicitis, infartos, no han disminuido con la pandemia. Además, las diferencias sociales no han hecho más que acentuarse con la cuarentena. Muchos pueden quedarse en casa, teletrabajar. La mayoría no. Salen en bicicleta y los autos los golpean, y se largan. No niego que muchos ciclistas son imprudentes, pero también lo son muchos conductores. Valdría la pena ser más cuidadosos con los más vulnerables en las vías. Y entonces nos llega el ciclista. A suturar, reducir fracturas y hacer la derivación. En mi hospital solo ingresan casos y sospechas covid.
En realidad, es un trabajo exhaustivo, estresante. Por protocolo también en áreas no covid se debe usar, mínimo, la mascarilla todo el tiempo; sí, te ahoga, pero el miedo, es más fuerte. Y es que muchos pacientes ingresan y niegan todo tipo de síntomas, así que, es seguro, no es sospecha covid, tú estás seguro. Pero luego los pacientes refieren dolor de pecho y desaturan, y resulta que llevan días con síntomas respiratorios y/o gastrointestinales... pero los negó, por miedo a contagiarse. Respiras profundo, avisas, y el paciente pasa al área covid.
Y luego está el chat por el que nos comunicamos todos, personal que trabaja en área covid, y los que no. Y lees sobre tal paciente, está descompensándose, hay que intubar, llamar a los familiares. No hay ventilador. No hay espacio en UCI. Iniciar la derivación, a donde sea, donde haya un ventilador. Y otro paciente. Y otro, y otro. Y entonces un paciente muere. Ojalá sea el único del turno. Lo bueno de tener tanto que hacer, es que te impide procesarlo todo. Cuántas muertes hay, el mes que pasó el paciente aquí, sin visitas, sin ver a sus seres queridos. Nada ha funcionado. Finalmente, su vida se apaga, solo. No hay buena señal en mi hospital, ni tiempo, si se hacen videollamadas, son muy pocas.
Y esto es lo que vivimos los internos, están por otro lado los tratantes, residentes, posgradistas, enfermer@s, auxiliares.
Ellos sí están en contacto con los casos. Y son pocos los que se quejan de lo caluroso que es el traje, la presión de la mascarilla, las gafas protectoras y las lesiones dérmicas que causan. De la sed, las dificultades para ir al baño. Las quejas de los pacientes en emergencias, que esperan más de un día en sillas porque ya no hay camas libres, porque en hospitalización todavía no se liberan algunas, para que suban desde emergencias. Y en hospitalización, el calor que hace, lo frecuente de las muertes. Son muy pocos los doctores, enfermeras que se quejan de eso. Yo me enteré por una licenciada que llegó a emergencias con un ataque de pánico: días sin dormir, opresión en el pecho. La carga laboral, el estrés, el miedo, repercuten en algunos más que en otros.
Los casos en mi hospital no han disminuido, y estamos a poco de pasar a semáforo amarillo modificado. Tampoco es mi punto quejarme de esto, y de cómo es posible, y de cómo aumentarán los casos, porque supongo que el país, la economía, no puede soportar más.
Pero sí es el punto comentar sobre la falta de empatía. Sobre todas las personas rompiendo la cuarentena. Visitándose, Y encima, sin mascarilla. Ojalá no se infecten ellos, sus familias... pero así como a muchos no les pasa nada, en el hospital he visto familias enteras ingresar. Muchos dirían: es la ignorancia, la falta de educación. Pero mucha gente formada, también ha roto la cuarentena. Con todas las consecuencias que le siguen a esto. Y todas las muertes.
Ojalá supieran el estrés de los turnos, el estrés de llegar a tu casa y el temor de estar infectado, el estrés de mi amiga, en la rural, que trabaja todos los días y reza por no estar infectada y contagiar a su bebé; el estrés de las enfermeras de mi guardia y de las otras cuatro guardias, por no infectar a sus familias..
Supongo que el punto de este post sí es, ojalá, crear un poco de conciencia en quien lo lea.
¡No estamos acostumbrados a esto!
Comments