A diferencia de muchas personas contrarias al “correísmo” yo reconozco ciertos méritos en él, creo por ejemplo que hubo una reforma positiva del sistema de educación superior. Antes de Correa, se permitió el desarrollo de las universidades de garaje, la explotación laboral a los docentes en las instituciones particulares, el negocio por encima de la educación; yo, por ejemplo, trabajé en una de ellas, era absolutamente caótica, y solo las exigencias de la acreditación lograron que se buscará una mejora, aunque mínima y de formas. Por decir esto, en una ocasión anterior recibí el insulto de feroces anti correístas en las redes sociales, que faltos de razonamiento y argumento me recuerdan al servil “borreguismo”.
Pero en este artículo procuraré decir de una forma resumida y casi didáctica las razones por las cuales no votaré por el correísmo:
1. No votaré por el correísmo porque propone un modelo intervencionista de Estado, en la que el gobierno dirige, controla y participa en todo. Ideológicamente no creo en ese paradigma, creo desde mis años universitarios en el principio de subsidiaridad que sostiene que el Estado debe intervenir solo para satisfacer necesidades que el individuo en sí u organizaciones sociales inferiores no pueden hacerlo por si solos. Pragmáticamente creo que el modelo de fuerte intervención estatal aumenta innecesariamente la burocracia, hace crecer el gasto público a niveles insostenibles y es un catalizador de la corrupción.
2. No votaré por el correísmo porque entiende la democracia de un modo perverso, en el cual la separación de poderes es una etapa superada de la historia y la libertad de prensa un invento burgués. En su modo de democracia, la fidelidad al partido y al líder, es más importante que la lealtad a los principios individuales y que la voz de sus votantes. Su deseo de perpetuarse en el poder los hace cínicos, y justifican la violencia y el autoritarismo bajo la premisa absoluta de supuestamente servir al pueblo.
3. No votaré por el correísmo porque fue marcado por la corrupción. Durante ese gobierno existió en todas las instancias burocráticas sistemas de control y espionaje, por haber sido testigo de esas prácticas, no puedo creer que el “líder supremo” no conocía las delictuosas actividades de sus principales subordinados. Lo vergonzoso llegó a tal nivel, que la autoridad encargada de auditar las cuentas del Estado, el Contralor Polit, era el principal y degenerado alcahuete de la corrupción.
Puedo llegar a respetar las razones por las que muchos de ustedes votarán por el correísmo, pero yo presento mis argumentos, y si en este país alguna vez es posible el debate civilizado y racional, estoy dispuesto a escuchar otras formas de pensar.
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