Se ha presentado en la Asamblea Nacional, el Proyecto de “Ley Orgánica de Fortalecimiento de las Familias del Ecuador”. Yo creo que debemos apoyarlo.
Creo que vivimos una cultura que nos intenta convencer que la familia es solo una construcción social y que como tal es incluso prescindible. Los seguidores de esa tendencia que han llenado los foros y las cortes, desde pseudos análisis constitucionales, no tuvieron ningún problema en reformar incluso el concepto de matrimonio. Frente a eso creo que la familia es una realidad previa a la estructura estatal y fundamenta la sociedad, en lo que la ley llama “principio de anterioridad familiar”.
Creo que los padres somos los primeros responsables en la educación de nuestros hijos e hijas, y que el Estado no puede atentar contra el derecho de los padres a educar de conformidad con nuestros principios, siempre que estos no afecten derechos de otros. Es verdad no tengo derecho a educar a mis hijos con ideas de odio, pero si tengo el deber y la obligación de impartirles mi convicción de lo que es bueno y de lo que es malo, incluso en aspectos polémicos como la moral sexual. Es lo que la ley llama “principio de soberanía familiar”.
Invito a estudiar la ley con mesura y racionalidad, yo lo seguiré haciendo en pequeñas cápsulas desde este blog. Los dogmáticos del postmodernismo estético le darán con todo desde sus variados espacios en la prensa, ya han empezado a hacerlo; argumentarán que es un atentado al laicismo, lo que es falso como lo explicaré en otra ocasión si la oportunidad se ofrece. Hay que enfrentarlos sin fanatismo, con razones, y desnudando su propia intransigencia.
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