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Entre la ungida y el heredero

Querido gato:

La última vez que escribí sobre el tema, una señora me escribió a mi cuenta Facebook a ultrajarme, me dijo que pretendía confundirla, y a modo de insulto me tildó de viejo. La verdad no entiendo, ¿por qué la palabra “viejo” es un insulto? Ya conversaré contigo de ello en otro momento. Ahora más bien me interesa contarte que nos toca ir otra vez a las urnas, en esta ocasión para elegir un presidente que durará diecisiete meses, es decir saldremos de elecciones para entrar a elecciones. De los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta ninguno me gusta, pero por uno voy a votar. Vimos un debate entre ellos, cuyo esquema es fatal, ¿por qué las preguntas deben ser secretas? Acaso cuando cualquiera de los dos llegue a la presidencia, no tendrán asesores y estudios previos. No se puede confrontar posturas si ante preguntas sorpresas, los candidatos siempre responderán con generalidades.

Pongamos como ejemplos los temas del déficit fiscal, de la seguridad social y de la educación superior; la verdad no logro identificar de modo concreto, como los candidatos afrontarán estos problemas y que diferencia a una de otro en estos ámbitos. Son, te insisto mi querido gato, solo diecisiete meses de gobierno, por lo que la solución que apela a un repentino y casi mágico crecimiento económico por el solo hecho de cambiar de gobierno, para afrontar el tema del déficit fiscal, me parece irreal, pero creo que los dos candidatos acudieron a ella de un modo u otro.

En el tema de la seguridad social, ninguno de los candidatos quiere decirles a los ecuatorianos la verdad, el promedio de vida ha subido; en el mundo, incluso los países desarrollados se enfrentan a los problemas de la financiación de las jubilaciones. Es ese sentido se debe, entre otras medidas, aumentar la edad de jubilación. Eso no lo dirán los candidatos porque quita votos, así que las fórmulas irresponsables y demagógicas son más aceptables.

Sobre la educación superior, entiendo que los dos proponen eliminar el examen de ingreso, y solo lo entiendo porque no veo claridad en las posturas. Una habla de un preuniversitario estatal, al que todos pueden ingresar. El otro parece postular el tan izquierdista libre ingreso. La verdad todo es muy confuso.

Te decía mi querido gato que ninguno de los candidatos me gusta, y me desagradan desde su origen. La una la candidata designada a dedo, por el “amado gran líder” y cuyo principal mérito es la lealtad incondicional. El otro, el joven heredero de una gran fortuna, y cuyo principal mérito es ese, ser el joven heredero de una gran fortuna. Pobre, nuestra democracia.

Pero toca decidir, toca decidir. No voy a votar por la ungida del “amado gran líder”, aunque hoy se disfraza con una ecuanimidad política que es muy difícil de creer, pues hasta ayer perseguirían a sus contrarios políticos hasta debajo de las piedras; su discurso era la confrontación, como creer que hoy llame a los ecuatorianos a la unidad; además sus seguidores en redes son feroces insultadores. Me repugna la idea que el grupo que representa tiene de democracia, me atemoriza lo que sus coidearios hicieron con ella, la democracia, en Venezuela y Nicaragua.

Como casi siempre en nuestro país, porque no toca de otra, por el mal menor, por el joven heredero de una gran fortuna. Y en diecisiete meses volveremos a ver.


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